Manolo Valdés en cinco de sus creaciones

A partir de la segunda mitad del siglo XX, Manolo Valdés ya instruyó el arte para ser una herramienta reivindicativa junto a otros artistas. Una llamada de Nueva York supone el comienzo de una nueva etapa en su trayectoria, desplazado y a solas, con la gran manzana como única compañía. Desde la capital del arte, sus obras se extienden por todo el mundo como un homenaje a las que han marcado la historia con anterioridad: una era de lectura, interpretación y reinvención en la que, esta vez, es él quien se deja asesorar por el arte. Bajo su mirada y sus técnicas, Valdés se inscribe en la historia del arte, al tiempo que traza una línea temporal paralela y de identidad regenerada.

 

Retrato de Madame Matisse, de Henri Matisse

Retrato de Madame Matisse (1905) es una expresión de Amélie Matisse, la mujer del pintor. El mundo fauve es el primero que despierta en Valdés la necesidad de experimentar con la historia del arte, y Henri Matisse es uno de los autores que lo cautivan y que dan lugar a obras seriadas de grabados bajo tan reconocible coloración. Su fijación por esta obra reside en la percepción que tiene del rostro pintado, como de máscara, que lo lleva a enfatizar este elemento intuido hasta resignificarlo, descubriendo el retrato desde otro ángulo.

 

Les Demoiselles d’Avignon, de Pablo Picasso

El interés de Valdés por el cubismo lo lleva a tomar el movimiento como pretexto para sus reinterpretaciones en numerosas ocasiones. Se inspira en un Picasso primerizo que pinta Les Demoiselles d’Avignon (1907), quedándose con sus cinco prostitutas barcelonesas, a quienes descodifica y reconstruye con un cubismo salpicado de color y collage. Estos personajes se aparecen, reunidos o separados, a lo largo de una obra seriada que titula El cubismo como pretexto, en la que monumentaliza motivos que no son protagonistas en su lienzo original.

Izq.: Odalisca VIII, 2004. Óleo y collage sobre arpillera, 188 × 229 cm. Colección particular.

Dcha.: El cubismo como pretexto 4 (detalle), 2003. Ed. 100. Grabado y collage, 64 × 48 cm.

 

La reina Mariana de Austria, de Diego Velázquez

La reina Mariana de Austria (1652-1653) de Velázquez es la versión oficial de la sobrina y esposa de Felipe IV. Las reinvenciones de Valdés no solo toman el oficial, sino la serie de retratos que se le hicieron a la reina a lo largo de los años. Respetando los elementos blancos de los originales para la corte, replantea las partes a color mediante el aguafuerte. El reconocimiento internacional que ha ganado el artista con sus aportaciones ha convertido esta figura en una estrella incansable de su obra artística, siendo la más reciente versión de la reina Mariana una escultura que precede Damas y caballeros, su edición con ARTIKA.

 

La piel, de Peter Paul Rubens

La piel (1636-1638), de Peter Paul Rubens, es un retrato de Helène Fourment, la segunda mujer del pintor, de cara al público y el cuerpo de perfil a medio cubrir con un abrigo de piel. Valdés se abstiene de las partes ocultas y aplica otras técnicas para esculpir las partes descubiertas de Helène, especialmente, rallados y collages que rellenan la figura delimitada por un trazo rápido. Destaca la estampación de un detalle de El beso, de Gustav Klimt, para reinterpretar el cabello de la mujer

Izq.: Reina Mariana IV (detalle), 2001. Ed. 50. Grabado y collage, 167 × 96 cm.

Dcha.: Helène VI (detalle), 2005. Ed. 50. Grabado y collage, 167 × 96 cm.

 

Perro semihundido, de Francisco de Goya

Francisco de Goya expresa su soledad en el también conocido Perro semihundido (1819-1823) para decorar su residencia, junto al resto de las pinturas negras. Pablo Serrano, Rafael Canogar y Antonio Saura son algunos de los nombres que preceden a Valdés como intérpretes. La mirada de Valdés, aun manteniendo la postura del perro, el contexto y los colores de base, hace una versión más optimista del cuadro, jugando con el dinamismo del collage; los trazos enérgicos que recuerdan a Picasso; y los azules, rojos y amarillos propios de la estética pop.

Dog II (detalle), 2008. Ed. 50. Grabado y collage, 57 × 74 cm.

 

Damas y caballeros: Manolo Valdés, la reinvención de los clásicos del arte

Edición numerada y limitada a 998 ejemplares firmados uno a uno por el autor.

La edición se compone de dos volúmenes y una figura creada especialmente para esta creación. Protagonizada por una menina de Velázquez reinterpretada fruto de un trabajo artesanal, en el que grietas e imperfecciones hacen de cada ejemplar una obra única.

El Libro de Arte incluye 53 pinturas, grabados y collages de sus etapas más representativas, seleccionadas personalmente por el artista y reproducidas con la más alta calidad.

El Libro de Estudios reúne reflexiones de grandes expertos en cuatro capítulos, analizando la trayectoria, la obra y las influencias del artista.

 

 

 

 

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