Frida Kahlo: sueños, selfies y encuentros apasionados
Supo crear un estilo propio y desafió las convenciones de su tiempo. Sufrió por amor y volvió a nacer a los 18 años después de un accidente. Pero nunca, en su corta vida, dejó de soñar. Frida nació y murió en un mes de julio. Su mundo secreto sale a la luz en una edición de ARTIKA que recupera sus obras más desconocidas.
Este siempre será el mes de Frida Kahlo
Nació el 6 de julio de 1907 en Coyoacán, un pequeño suburbio de Ciudad de México, donde creció como una niña rebelde y con ideas propias. A los siete años ya tuvo sus primeros problemas de salud, que se complicarían aún más después de ser arrollada por un tranvía. Sin embargo, sobrevivió y supo convertir en arte los sucesos más dolorosos. Así surgió un dibujo como El accidente (1926).
iEl accidente, 1926. Colección Juan Coronel. © Foto: Rafael Doniz.
© 2021 Banco de México Diego Rivera & Frida Kahlo Museums Trust. Av. 5 de Mayo No. 2, col. Centro, alc. Cuauhtémoc, c.p. 06000, Mexico City
El 4 de julio de 1932 sufrió un aborto espontáneo y estuvo ingresada en el Henry Ford Hospital. Allí creó tres de sus pinturas más famosas: Autorretrato en la frontera entre México y Estados Unidos, Hospital Henry Ford y Mi nacimiento.
Frida murió el 13 de julio de 1954, siete días después de su 47 cumpleaños. Su última obra es un bodegón de sandías con un cielo azul de fondo. Escrita sobre una de las frutas se puede leer «Viva la vida. Frida Kahlo. Coyoacán 1954 – México».
El poder de la imagen
Su padre era fotógrafo, y tal vez por eso perdió el miedo a la cámara desde niña. En las fotos de sus años de juventud mira al espectador con la misma intensidad que muestra en sus autorretratos más conocidos. Supo captar el poder de la imagen antes de aprender a pintar.
La suya es una mirada desafiante, que transmite fuerza y seguridad. Pero al mismo tiempo muestra ternura y dolor, sin ocultar su vulnerabilidad. Por eso, en una era en la que todo el mundo encuentra habitual retratarse a través de un selfie, el rostro de Frida nos sigue conmoviendo.
Además de su aportación a la historia del arte, injustamente ignorada en su tiempo, Frida fue pionera en convertir su imagen en un símbolo reconocible al instante: el peinado, el traje de tehuana y, por supuesto, sus características cejas, ya forman parte de la cultura popular.
Izq.: Autorretrato dedicado a Marte R. Gómez, 1946. Colección Ulla y Heiner Pietzsch, Berlín. ©Foto: Jens Ziehe, Berlin.
Dcha.: Autorretrato “9 de Julio de 1932”, 1932. Colección Juan Coronel. ©Foto: Rafael Doniz.
©2021 Banco de México Diego Rivera & Frida Kahlo Museums Trust. Av. 5 de Mayo No. 2, col. Centro, alc. Cuauhtémoc, c.p. 06000, Mexico City
Una vida secreta
Detrás de su imagen, Frida tenía un mundo interior complejo, donde su vitalidad innata entraba en conflicto con sus inseguridades. Así como en sus cuadros podía camuflar las referencias a sus deseos y temores, los dibujos nos permiten asomarnos directamente a su intimidad.
Los autorretratos dibujados expresan los sueños y las fantasías en mayor medida que las pinturas al óleo. Esto es posible porque ninguno de sus dibujos fue concebido para ser mostrado al público.
Estas obras son escasas. Se cree que existen cerca de 130 dibujos, repartidos entre diversos coleccionistas y museos. Todos han sido estudiados por primera vez para Los sueños de Frida Kahlo.
Lo que solo se expresa sobre el papel
Gracias a esta edición exclusiva descubrimos cómo empezó a plasmar sus visiones íntimas en dibujos como El sueño o Autorretrato onírico y, sobre todo, en Autorretrato onírico II, ambos de 1932.
El sueño o Autorretrato onírico I, 1932 (detalle). Museo Frida Kahlo, Ciudad de México. ©Foto: Schalkwijk/Art Resource/Scala, Florence.
© 2021 Banco de México Diego Rivera & Frida Kahlo Museums Trust. Av. 5 de Mayo No. 2, col. Centro, alc. Cuauhtémoc, c.p. 06000, Mexico City
Sus problemas sentimentales salen a la luz en piezas como Ruina (1947), que simboliza el derrumbe de su relación con Diego Rivera. También dedicaba retratos cariñosos a sus amigos y amantes. En ellos usaba el humor e incluso la burla, como en San Baba (1937), una acuarela irónica dedicada a León Trotski.
San Baba, 1937. Museo de Arte Moderno, México. © Foto: Rafael Doniz
© 2021 Banco de México Diego Rivera & Frida Kahlo Museums Trust. Av. 5 de Mayo No. 2, col. Centro, alc. Cuauhtémoc, c.p. 06000, Mexico City
Frida solía dibujar mucho, sobre todo cuando debía guardar cama. Así surgieron obras como Una carta (1943), Fantasía I y Fantasía II (1944) o Las apariencias engañan (1953). En estas imágenes la artista diseccionaba su alma del mismo modo que los médicos exploraban su cuerpo.
Izq.: Fantasía I, 1944. Museo Dolores Olmedo, México. ©Foto: Rafael Doniz.
Dcha.: Fantasía II, 1944. Colección particular, México. ©Foto: Rafael Doniz.
©2021 Banco de México Diego Rivera & Frida Kahlo Museums Trust. Av. 5 de Mayo No. 2, col. Centro, alc. Cuauhtémoc, c.p. 06000, Mexico City
En este legado artístico llama la atención un grupo de dibujos en sepia de carácter enigmático, que compartió con uno de sus amantes, el pintor José Bartolí. Ahora podemos observar estas obras y conocer algunos de sus significados ocultos.
Más allá de interpretaciones, está claro que Frida creó estas pequeñas joyas de la misma forma en la que decidió vivir su vida: en libertad, dejando volar la imaginación y con un espíritu rompedor.
La artista que nos legó sus sueños
- Los sueños de Frida Kahlo es una obra exclusiva que nos descubre la intimidad de un icono del arte del siglo XX. Sus dibujos son la parte menos conocida de su producción plástica.
- La obra es un estudio riguroso que reúne, por primera vez, un legado disperso de retratos, fantasías y bocetos dedicados en secreto a amigos y amantes.
- Es una edición limitada de solo 2998 ejemplares. La obra se compone de un estuche de madera con la imagen de uno de sus cuadros que nos descubre: el Libro de Arte, con 34 láminas a escala original; el Libro de Estudios, con más de 100 dibujos; y la Carpeta de Arte, con la reproducción de una gran lámina.