El arte de Gaudí y la cultura mediterránea

La obra de Gaudí está llena de referencias a la cultura mediterránea. Con motivo de la celebración del Día Internacional del Mediterráneo (28 de noviembre), vamos a repasar algunos de estos elementos básicos de su estilo.

 

Un paisaje inmortal

La inspiración de Antoni Gaudí recorre siglos de herencia cultural. Sin embargo, no se limita a tomar elementos de las civilizaciones nacidas en el entorno mediterráneo, sino que también abarca todas las formas creadas por la naturaleza, desde la geografía hasta la vida vegetal.

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El dragón del Parc Güell, Barcelona 1900-1914.

 

De este modo, además de recoger la influencia de Grecia o del arte árabe, la arquitectura de Gaudí se sustenta sobre dos pilares: la luz y las formas orgánicas. Por eso su obra trasciende las barreras del tiempo y nos sigue cautivando.

 

Arte y luz

Gaudí afirmó que la esencia del Mediterráneo está en su luz, una luz que permite la vida y ofrece una intensidad y duración adecuadas. La luminosidad es, por lo tanto, imprescindible para la creación de un universo artístico único.

El uso que Gaudí hace de la luminosidad puede observarse, por ejemplo, en las vidrieras de la Sagrada Familia, donde los diferentes colores iluminan el espacio de forma diferente según el momento del día.

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Vidrieras de la Sagrada Familia, Barcelona 1882 hasta la actualidad.

 

Vida y armonía

Mientras que el modernismo adoptó la naturaleza como elemento ornamental, Gaudí la integró en la estructura de sus edificios. Su obra evoca los elementos que podemos identificar como parte de nuestro entorno.

Para Gaudí, la arquitectura es expresión, emoción y vida que se comunica. Tiene que estar en consonancia con las leyes de la naturaleza. Por eso decía que quienes no contemplan estas leyes al diseñar un edificio «crean un desorden en lugar de una obra de arte».

 

Símbolos atemporales

Los mitos son narraciones inventadas pero que intentan comunicar un nivel más profundo de la realidad, no sujeta a los cambios temporales. En este sentido, una de las obras más importantes de Gaudí es el Park Güell.

A través de inscripciones, esculturas y mosaicos, esta obra recrea una mitología que resume la tradición mediterránea. En definitiva, Gaudí diseñó un itinerario espiritual donde el jardín es el símbolo de una relación armoniosa entre hombre y naturaleza.

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Park Güell, Barcelona 1900-1914.

 

Tradición y raíces

Cuando a Gaudí le preguntaron cuál era su tratado de arquitectura preferido, señaló el árbol que se veía desde la ventana de su estudio. Los árboles están presentes en muchas de las columnas que Gaudí creó para obras como la Sagrada Familia. Algunos elementos vegetales que utilizó con frecuencia son la parra y el ciprés. La primera era un símbolo de la hospitalidad en el Antiguo Egipto, ya que bajo sus hojas se acogía a los invitados.

El ciprés que corona la Fachada del Nacimiento de la Sagrada Familia proviene de una larga tradición en las tres religiones que han marcado la cultura mediterránea, que comparten la figura de este árbol como metáfora de esperanza y eternidad.

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Izq.: Ciprés que corona la Fachada del Nacimiento de la Sagrada Familia, Barcelona 1882 hasta la actualidad.

Dcha.: Detalle del Capricho de Gaudí, Comillas, Cantabria 1883-1885.

 

Fluidez y movimiento

Para Gaudí, el mar simboliza el movimiento, que representa a través de las curvas de sus edificios. Decía que le encantaba contemplar el mar porque en él veía recreadas las tres dimensiones del espacio: el cielo que vemos reflejado en la superficie, las aguas en continuo movimiento y la tierra en las profundidades.

Hay dos obras de Gaudí cuyas fachadas e interiores evocan, a través de la sinuosidad de sus líneas, el elemento marino: la Casa Batlló y la Casa Milà. En el patio interior de la Casa Batlló, por ejemplo, encontramos un mosaico de diferentes tonos de azul que recrea la profundidad del Mediterráneo con todos sus matices.

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Izq.: Casa Batlló, Barcelona 1904-1906.

Dcha.: Casa Milà, “La Pedrera”, Barcelona 1906-1912.

 

El origen de las grandes ideas

Gaudí reunía dos cualidades que lo convierten en un artista atemporal: capacidad analítica y conocimiento del mundo real. Por eso era capaz de ver la esencia de las cosas y desarrollar proyectos donde cada elemento tiene su razón de ser.

El proceso creativo de Antoni Gaudí se describe en una edición de ARTIKA, ya agotada: Gaudí en primer plano recupera el legado inédito del genio a través de sus dibujos y proyectos, hasta ahora dispersos en diferentes archivos.

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