Cuando la vida nocturna es arte: el París de Toulouse-Lautrec
Su vida fue breve pero intensa. Provocador e intuitivo, supo captar todos los matices de la comedia humana en escenas de gran sensualidad. ¿Cómo convirtió los ambientes marginales de París en un referente de la historia del arte? Las obras de Toulouse–Lautrec nos enseñan que detrás de los bailes al calor de los focos y la absenta también hay soledad y dolor. Él lo supo mejor que nadie.
La vida es un cabaret
Si pensamos en el París nocturno de finales del siglo XIX, las primeras imágenes que acuden a nuestra mente son escenas de locales habitados por bailarinas y vividores, personajes de los bajos fondos que brillaron durante un tiempo sin apenas dejar rastro. Excepto en las obras de Toulouse-Lautrec: su arte los ha hecho inmortales.
Rue des Moulins, Henri de Toulouse-Lautrec, 1894. Galería Nacional de Arte, Washington.
Marcelle Lender, Henri de Toulouse-Lautrec, 1895. Museo Toulouse-Lautrec, Albi.
El legado de Toulouse-Lautrec es un testimonio de la vida noctámbula en la Belle Époque. Instalado en Montmartre, el artista frecuentaba locales como Le Chat Noir, pero sobre todo cabarets como el mítico Moulin Rouge. Las bailarinas de estos ambientes se convirtieron en sus amigas y modelos. El aspecto desvalido y frágil del artista contribuyó a generar confianza en lugares donde los hombres solo estaban de paso.
Marcelle Lender bailando el bolero en Chilpéric. Henri de Toulouse-Lautrec, 1895-1896. Galería Nacional de Arte, Washington.
Soledad y empatía
En sus cuadros y dibujos vemos que la creatividad va de la mano de los excesos, la diversión se une a los apuros económicos y el placer, a la enfermedad. Muchas de las mujeres que protagonizan estas escenas, como La Goulue, llevaban vidas agitadas, en un trayecto que las conducía de la celebridad al olvido en pocos años.
Théâtre de La Goulue, decorado por Henri de Toulouse-Lautrec, c. 1909
Pese a su formación aristocrática, Toulouse-Lautrec retrató la vida bohemia sin prejuicios y con franqueza. Nos enseñó que detrás de las escenas de bares y burdeles también hay verdad y belleza. Obras como En la cama muestran a las protagonistas en la intimidad, en conversaciones privadas, sin maquillaje ni artificios. Son retratos inspirados por el respeto, no por la intrusión. Su mirada nunca es cruel, ni siquiera cuando señala la fealdad.
En la cama. Henri de Toulouse-Lautrec, 1892. Museo de Orsay, París.
Cuando la verdad está en el escenario
Además de los cabarets y los cafés, los teatros de Montmartre fueron una gran fuente de inspiración para el artista. A finales del siglo XIX, los espectáculos se convirtieron en un aspecto importante de la cultura popular, ya que el arte escénico transmitía ideas y encendía debates. El público acudía a los locales de la zona, atraído por los carteles coloristas creados por el propio Toulouse-Lautrec.
A través de óleos y dibujos, Toulouse-Lautrec dejó clara su fascinación por actrices como la aristocrática y temperamental Cléo de Mérode, o la singular Ève Lavallière, que pasó de coleccionar amantes a ingresar en una orden religiosa.
Finalmente, el modo de vida que inspiraba a Toulouse-Lautrec acabó por pasarle factura. Murió con solo 36 años y nos dejó una galería de personajes que influyó de forma profunda sobre las vanguardias artísticas del siglo XX.
Cléo de Mérode. Henri de Toulouse-Lautrec, 1898. Museo Toulouse-Lautrec, Albi.
Ève Lavallière. Henri de Toulouse-Lautrec, 1898. Museo Toulouse-Lautrec, Albi.
- Una obra exclusiva, realizada de forma conjunta entre ARTIKA y el Museo Toulouse-Lautrec de Albi, que analiza en profundidad la trayectoria del artista y los ambientes y personajes que lo inspiraron.
- Edición numerada y limitada a 2998 ejemplares. Se compone del Libro de Arte, con 30 litografías; el Libro de Estudios, realizado por expertos; y el libro Montmartre, que nos sumerge en el mítico barrio parisino.
- Los tres volúmenes se presentan en un estuche cuyo diseño recrea un escenario teatral y permite exhibir la obra de forma espectacular.