Apasionada y revolucionaria: la fuerza de Frida kahlo
Quiso romper todas las normas, tanto en el arte como en la vida, y es una de las artistas más influyentes de la historia contemporánea. Con motivo del 8 de marzo, queremos recordar por qué Frida Kahlo es un símbolo para todas las mujeres que se han atrevido a ser diferentes.
Una artista única
Se saltó todas las convenciones en aspectos como la sexualidad, la expresión artística o su ideología política, en una época en la que una mujer no podía escapar de unos roles prefijados. Hoy Frida Kahlo es un icono feminista por su personalidad y por la energía indomable que desprenden sus autorretratos.
Su vida quedó marcada por la enfermedad y los desengaños sentimentales, factores a los que quiso responder con vitalidad creativa y con la búsqueda, en cuerpo y alma, de la libertad absoluta.
El marxismo dará salud a los enfermos, 1954. Museo Frida Kahlo, Ciudad de México.
Una imagen que trasciende épocas y estilos
Fue una de las primeras mujeres que usó su imagen como símbolo de independencia. Reivindicó sus raíces indígenas al adoptar el traje de tehuana, originario de Oaxaca, con el que mostraba con orgullo su compromiso con la cultura mexicana.
Apostó por la belleza natural, sin ocultar lo que los cánones de cada época señalan como imperfecciones. De este modo, sus rasgos (las cejas pobladas, el vello facial) forman parte del concepto que tenemos de Frida Kahlo: una mujer que dictó sus propias normas estéticas. En esto también se avanzó a su tiempo.
Izquierda: Frida Kahlo con su mono, 1944.
Derecha: detalle de Autorretrato con collar de espinas y colibrí, 1940. Óleo sobre lienzo sobre masonita, 62,5 x 48 cm.
Pasión sin prejuicios
Mantuvo relaciones sentimentales con hombres y mujeres, sin inhibiciones ni arrepentimiento, y vivió su sexualidad sin tener en cuenta los límites morales de su tiempo. En algunos de sus dibujos hay referencias a algunos de sus amores clandestinos, tanto ocasionales como de largo recorrido.
En su actitud transgresora, el cuerpo fue para ella el territorio principal de la experiencia. De este modo buscó la belleza para ahuyentar el dolor y combatir el desapego.
Diego Rivera firma el acta del segundo matrimonio con Frida Kahlo, celebrado en San Francisco tres días después, el 8 de diciembre de 1940.
Valor frente al sufrimiento
Sus cuadros muestran una realidad cruda: no se dedicó a ilustrar estereotipos femeninos ni estampas decorativas. En sus obras vemos escenas que solían considerarse inapropiadas en el arte, como una mujer sangrando o un hijo muerto antes de nacer.
Frida Kahlo mostró sus fantasías íntimas, pero también sus miedos y sus problemas de salud. Sin embargo, al transformar su dolor en arte siempre mantuvo su fortaleza intacta. Por eso en autorretratos como La columna rota su mirada nos sigue impactando.
La columna rota, 1944. Óleo sobre masonita, 39 x 30,5 cm. Museo Dolores Olmedo, Ciudad de México.
La rebeldía también está en la imaginación
Durante su corta vida (murió a los 47 años) Frida Kahlo tuvo tiempo de descubrir que los sueños no siempre se cumplen. Como ella misma comentó: «Sufrí dos accidentes graves en la vida. El primero ocurrió cuando me atropelló un tranvía… El otro accidente es Diego.»
Se refiere al percance al que logró sobrevivir a los 18 años y a su marido, el artista Diego Rivera, con quien mantuvo una relación complicada y repleta de desengaños. Ambos extremos le dejaron secuelas duraderas, por las que tuvo que enfrentarse a su mayor temor: la soledad.
A pesar de todo, Frida Kahlo respondió a la adversidad con imaginación y creatividad. Y, como se puede apreciar en sus dibujos, nunca renunció a soñar.
Frida Kahlo en cama, pintando el óleo Mi familia, 1949
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